martes, 21 de mayo de 2013
Ciclo.
Sin duda lo peor de que te torture esta vida por el día, es que al llegar la noche no haya nadie para curarte. Y llegar a la cama con el temor de que el sol atraviese en cualquier momento la persiana y se hunda en tu ojos, secándolos, quemando los sueños. Tierra estéril. Y mientras tanto la vida real tan ignífuga como siempre.
Con todos esos ruidos que no quieres oir resonando en tu cabeza, con una armonía impropia de una composición tan dolorosa y psicodélica. Y al compás de ésta y siempre firmes, tus tormentos, que nunca duermen y bailan libres entregando tus bostezos como presente a los lustros. Tu piel sufre el mono de unos labios, de unas manos, de otra piel; pero hoy como ayer en su lugar solo están las sábanas. Con el cuerpo semirígido sobre una cama que a cada día resulta más incómoda, preparándose para encajar ese golpe que nunca sabrás librar y que algún día dejarás de recibir. Y es por eso, y quien sabe si algo más, que ahora saboreas tranquilo como el sol se descuelga lenta pero inexorablemente de su trono en el cielo. Sabes que volverá, y con él éste infierno.
Más algún cielo que alcanzar.
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