domingo, 16 de febrero de 2014
Clandestino.
Atravesabas mi cuarto
llevándote por delante a todos mis fantasmas.
Detenías con solo un dedo
el maniático, estricto,
y maldito segundero.
Agarrabas el reloj por la garganta
y me soltabas con una sonrisa:
' ¿Y ahora qué?'
Tus ojos y los míos
contacto directo
dos canciones de extremo
y nuestra ropa suicidándose
Y ya verás tú, luego
para buscar sus cadáveres;
como siempre.
Como ya nunca.
Los días y las noches
tenían distintos horarios
a los nuestros, y entre besos
las estaciones cambiaban el mundo
a su antojo,
enojadas por no poder
hacer lo mismo con nosotros.
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