viernes, 15 de marzo de 2013
Despierta y sigue.
No estoy solo en las calles, me quedan las huellas de tus zapatos. Pero no las beso; ya sabes, siempre fui más de besarte la boca que los pies. Pero si las sigo, mientras no me saquen del camino, por supuesto, como siempre hicimos; dime que como siempre haremos. Pisándolas voy pensando - si, a veces lo hago- que mi suela siempre va a la inversa, que siempre voy en dirección contraria a la tuya, o tú a la mía. Yo que sé. Puede que sea mi subconsciente, que solo busca la mejor forma de darme de bruces contra ti. Finge casualidad y dame un beso, luego admite que estaba todo planeado y dame otros dos...o tres, o cuatro. No consigo ni olvidarme de tus huellas y ya me encuentro con tu mirada perdida reflejada en algún cristal. Y tu rostro dibujado sobre alguna cara de mierda, de estas que están tanto de moda, las que todo el mundo lleva y nadie supo nunca donde compró. Tu silueta en la pared, inmóvil y oculta, secando al sol. Ingenua. Como si creyese que puede hacerlo sin mi aliento.
Ahora dime, si te veo de está manera con los ojos abiertos, ¿cómo crees que te veré cuando los cierro?
No me mires así, soy de los que secarían el mar para que no zarpase el barco.
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